
Steve Bannon, antiguo ideólogo en jefe del movimiento MAGA (Make America Great Again), reaccionó con horror a la elección del cardenal Robert Prevost como nuevo papa: “Es un voto anti-Trump”. Sin embargo, es precipitado afirmar que León XIV será un claro opositor de Donald Trump. Los desacuerdos entre ambos son considerables, pero los dos mandatarios tienen razones para mantener una relación mínimamente cordial.
Una de las críticas más duras de Prevost al gobierno de Trump fue el pasado 3 de febrero, cuando el entonces cardenal escribió en X “JD Vance se equivoca, Jesús no nos pide que jerarquicemos nuestro amor por los demás”. Era una respuesta a una declaración del vicepresidente Vance en Fox News, donde había afirmado lo siguiente: “Hay un concepto cristiano que dice que primero amas a tu familia, luego amas a tu prójimo, después amas a tu comunidad, luego a tus conciudadanos, y después de eso, das prioridad al resto del mundo”. Prevost no pudo soportar que Vance, católico converso, manipulase el pensamiento cristiano para legitimar la agenda xenófoba de la administración Trump.
El pasado abril, Prevost publicó en X un artículo del obispo Evelio Menjivar (nacido en El Salvador), donde criticaba una de las deportaciones sin garantías de migrantes al país centroamericano, donde acaban en las cárceles de Nayib Bukele. Prevost escribió en esa ocasión “¿No veis el sufrimiento? ¿No se conmueve vuestra conciencia?”. Con más o menos intensidad, es previsible que, como papa, mantenga las críticas a la agenda antiinmigración de Trump.
El otro tema que podría provocar tensiones entre León XIV y Trump son las relaciones con China, Estado con el que el Vaticano no tiene un vínculo diplomático formal desde 1951. El papa Francisco alcanzó en 2018 un polémico acuerdo con el gobierno de Xi Jinping para el nombramiento de obispos, negociado por el entonces secretario de Estado (figura similar al primer ministro) de la Santa Sede, el cardenal italiano Pietro Parolin. Una de las prioridades internacionales de Jorge Bergoglio y Parolin fue acercarse a China, donde viven más de 12 millones de católicos. El acuerdo, que establece el nombramiento conjunto de obispos por Beijing y el Vaticano, fue duramente criticado por el entonces secretario de Estado de Trump: Mike Pompeo afirmó en 2020 que ponía en peligro “la autoridad moral del Vaticano”.
El gobierno de Xi Jinping puede estar tranquilo con el nuevo papa. Aunque Prevost no ha mostrado una opinión concreta sobre el convenio, es probable que mantenga como secretario de Estado a Parolin, lo que excluye un alejamiento de China. Una mala noticia para Trump, que ha desplegado durante sus primeros 100 días en la Casa Blanca una caótica ofensiva comercial contra el gigante asiático y ha convertido la competencia con China en un eje de su política exterior.
Pese a estas importantes fuentes de tensión entre León XIV y Donald Trump, no es esperable un enfrentamiento tan abierto como el que mantuvo Francisco con el republicano. El nuevo papa tiene un estilo discreto y mesurado, muy distinto de la espontaneidad de Francisco. Por eso, se prevé que Prevost canalice sus diferencias con Washington a través de la experimentada diplomacia de la Santa Sede, en lugar de las contundentes declaraciones a la prensa que tanto le gustaban al pontífice argentino. Trump también ha elegido por ahora la estrategia de la mano tendida, expresando su “orgullo” por la elección del primer papa estadounidense.
Además, ambos tienen razones para limitar los enfrentamientos. En Estados Unidos viven más de 50 de millones de católicos, de los cuales el 56 por ciento votó a Trump en 2024. Al republicano no le conviene ofender a esta enorme bolsa de electores enfrentándose abiertamente a su líder religioso. Por su parte, la cúpula vaticana espera que Prevost aproveche su origen para mejorar las relaciones entre el Vaticano y la Conferencia Episcopal estadounidense. La Iglesia católica de Estados Unidos es la principal contribuyente económica a la Santa Sede, pero durante el papado de Francisco descendió el flujo de dólares por el rechazo de sectores conservadores estadounidenses a la línea renovadora de Bergoglio. El Vaticano, agobiado también por la crisis de su sistema de pensiones, tiene un déficit de 87 millones de dólares. Para tapar el agujero, León XIV tendrá que reactivar las contribuciones de los católicos estadounidenses… muchos de los cuales votaron a Trump. Una razón de peso para no declararle una guerra abierta.