
No hay palabras que hagan justicia a lo que Brian Wilson ha supuesto para la música popular del último siglo. Por eso, reducir su descomunal legado a la glosa de cinco canciones se antoja un ejercicio tan insuficiente que resulta ridículo. Pero, por otro lado, cinco canciones de Brian Wilson valen por discografías completas de muchos otros artistas, así que tal vez tenga algún sentido el intento. Dejemos, en cualquier caso, constancia de que podríamos hacer una lista de 50 títulos y seguiríamos echando en falta joyas irrefutables de su catálogo.
Concebida como una “respuesta masculina” al ‘Be my baby’ de las Ronettes y completada en solo dos días, es probablemente la primera canción que da la medida de Brian Wilson como autor de irrefutables clásicos del pop y como cantante (su interpretación es prodigiosa). Que una composición sobre un hombre inseguro que reclama el apoyo de su pareja para afrontar una carrera de coches resulte tan emocionante es la prueba de un talento único. Se publicó como cara B de un ‘single’ y ha acabado siendo plagiada hasta por los Hombres G.
El tema que abre la segunda cara del elepé ‘Pet Sounds’ ha sido descrito por Paul McCartney como “la mejor canción jamás escrita”. Algo sabe McCartney del arte de escribir canciones. Si hay en el catálogo de los Beach Boys una pieza que merece el calificativo de “sinfonía adolescente para Dios” es esta sublime plegaria de romanticismo exacerbado que se abre con la insólita declaración “puede ser que no te ame siempre”. La ambigüedad de la letra queda compensada por una música celestial y una interpretación vocal no menos divina de Carl Wilson.
La canción dura tres minutos y 35 segundos y en ella pasan un montón de cosas increíbles. Espoleado por el desafío artístico que le planteaban los Beatles desde el otro lado del Atlántico, Brian se entregó a un ‘tour de force’ creativo e invirtió casi siete meses y decenas de miles de dólares en grabar una sobrenatural minisinfonía pop inspirada en unas palabras de su madre sobre los perros que ladran a las personas en función de las vibraciones que captan. Que algo tan extremo tuviera un éxito colosal en todo el mundo sigue siendo hoy un misterio maravilloso.
Escrito junto a Van Dyke Parks para el abortado álbum ‘Smile’, este sofisticadísimo retrato de un despertar espiritual (pese al título, no hay en la alambicada letra una sola referencia al surf) fue recuperado por el grupo para un álbum de 1971 al que acabó dando título. Cuatro años antes, Leonard Bernstein había elegido la canción para ilustrar, en el documental ‘Inside Pop: The rock revolution’, la excelsa complejidad del arte compositor de Brian Wilson, que en la película la tocaba solo al piano. Elvis Costello lo oyó y dijo que era como escuchar a Mozart.
Probablemente existen decenas de canciones de los Beach Boys mejores que esta composición que abría el álbum con el que Brian Wilson debutó como artista en solitario en 1988 (compartiendo créditos con su rufianesco psicoterapeuta Eugene Landy). Pero hay algo profundamente hermoso y conmovedor en esta súplica escrita por un hombre aquejado por graves problemas mentales que solo sueña con un mundo mejor para todos nosotros. “Amor y compasión para ti y para tus amigos esta noche”. Amor y compasión. No puede haber un mensaje más poderoso.