
Se acabó el amor. A golpe de tuit y por la puerta de atrás, Elon Musk ha anunciado este jueves que deja su puesto en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) tras 130 días en el cargo y abandona la Administración Trump. De esta manera, el magnate tecnológico pone fin a una de las alianzas más estrambóticas de la política estadounidense en los últimos años. Una relación que permitió que el hombre más rico del mundo regara la campaña del presidente de Estados Unidos con una lluvia de millones de cara a las elecciones y que quedó retratada en escenas tan variopintas como las que se captaron cuando Elon Musk llevó a su hijo pequeño a hombros al Despacho Oval o Donald Trump posó con varios coches Tesla de la compañía de Musk en la puerta de la Casa Blanca para impulsar sus ventas.
El roce más público entre los dos se produjo hace menos de 24 horas, cuando la cadena CBS publicó un avance de su entrevista al empresario, que emitirá el domingo, y en el que criticaba con dureza el nuevo proyecto presupuestario de Donald Trump. El plan fiscal, recientemente aprobado por la Cámara de Representantes y que aún necesita la luz verde del Senado, ampliará las rebajas fiscales e incrementará el gasto para reducir la inmigración e incrementar la seguridad de la frontera, una combinación que elevará el déficit y sumará unos 3 billones de dólares en 10 años a la deuda nacional, según la Oficina del Presupuesto del Congreso.
“Francamente, me decepcionó ver el enorme proyecto de ley de gastos, que aumenta el déficit presupuestario, no solo no lo reduce, y socava el trabajo que está realizando el equipo de DOGE“, protesta Musk en el fragmento hecho público por la cadena de televisión. “Creo que un proyecto de ley puede ser grande o puede ser hermoso, pero no sé si puede ser ambas cosas. Es mi opinión personal”.
En el anuncio de su salida en su red social X, Musk también ha querido defender los profundos recortes que ha llevado a cabo en el gobierno federal bajo el paraguas de DOGE. “La misión de DOGE se reforzará aún más con el paso del tiempo a medida que se convierte en una forma de vida dentro del Gobierno”, ha asegurado tras agradecer a Donald Trump “la oportunidad para reducir el gasto derrochador“.
As my scheduled time as a Special Government Employee comes to an end, I would like to thank President @realDonaldTrump for the opportunity to reduce wasteful spending.
The @DOGE mission will only strengthen over time as it becomes a way of life throughout the government.
— Elon Musk (@elonmusk) May 29, 2025
Precisamente, la misión de DOGE fue la que creó más y más tensiones entre el magnate y el resto del equipo de Trump hasta que el presidente ya no pudo hacer oídos sordos a las quejas internas y presión externa por las medidas extremas que estaba tomando. Además de las múltiples decisiones judiciales que iban bloqueando los miles de despidos de funcionarios impulsados por su departamento, dejándolos en un limbo laboral aún no resuelto, y las dudas legales y éticas que planteaban sus intentos de acceder a datos muy sensibles de los ciudadanos estadounidenses, otros secretarios de la Administración comenzaron a elevar a la Casa Blanca sus protestas por la intromisión del empresario sudafricano en sus departamentos.
Sus choques con el secretario de Estado, Marco Rubio, fueron recogidos por la prensa después de que Musk acusase al responsable de la política exterior del país de no haber reducido lo suficiente la plantilla a su cargo. El secretario de Transporte, Sean Duffy, tuvo que advertir de su preocupación por la posibilidad de que los despidos entre controladores aéreos agravaran la crisis de seguridad en la aviación que atraviesa el país tras el choque de un avión de pasajeros en Washington con un helicóptero militar que dejó 67 muertos. Asimismo, el secretario de Asuntos de los Veteranos, Doug Collins, se unió a las quejas para señalar el impacto que los recortes de Musk podían tener los servicios para exmilitares, un grupo estratégico dentro del electorado de Trump. Ante esta situación, Trump tuvo que intervenir tras solo dos meses del nombramiento de Musk y respaldar a sus secretarios, dándoles el control final sobre sus equipos y advirtiendo que había llegado el tiempo de utilizar el “bisturí” en lugar del “hacha” para reducir el tamaño de la Administración.
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El divorcio que hoy se hace oficial también tiene consecuencias económicas. Según publica The New York Times, Musk todavía no ha desembolsado 100 millones de dólares que había comprometido para financiar a Trump y sus aliados de cara a las elecciones de mitad de mandato que se celebran en 2026 y en las que el Partido Republicano se juega el control de las cámaras del Congreso, especialmente la Cámara de Representantes. De igual forma, pese a que Musk acompañó a Donald Trump durante su reciente gira por Oriente Medio, un importante contrato para construir un centro de datos de inteligencia artificial en Abu Dhabi acabó en manos de OpenAI, la compañía de su rival Sam Altman.
Pero las fricciones de Musk con Trump y los republicanos no se han quedado contenidas en la Administración. Los choques con el mundo MAGA, la corriente de acérrimos seguidores del presidente dentro del partido, han sido públicos y notorios. “Debería volverse a Sudáfrica”, llegó a decir Steve Bannon, uno de los principales ideólogos de este movimiento. Los recelos de los ultraconservadores con el magnate cristalizaron cuando Musk salió en defensa de los visados H-1b para migrantes “cualificados”, muy habituales entre los trabajadores de empresas tecnológicas como las de Elon Musk. La idea de mantener estos permisos choca frontalmente con el cierre de fronteras que defienden las bases de Trump.
Golpe a Tesla y contratos públicos
La dedicación de Musk a la política estadounidense y sus coqueteos con partidos ultraderechistas en Europa han pasado factura a Tesla, su empresa más rentable. El mes pasado, el empresario sudafricano ya tuvo que anunciar que limitaría su labor en el Gobierno tras una caída de más del 70% de los beneficios de la compañía de coches eléctricos. Además, sus ventas cayeron a la mitad en Europa en los cuatro primeros meses del año. Tras la presentación de estos resultados, el empresario tuvo que asegurar en una llamada con analistas que dedicaría “mucho más tiempo” a Tesla.
Sin embargo, no todo han sido pérdidas para las empresas de Musk. La Agencia Federal del Ferrocarril contrató recientemente a una de sus compañías para participar en un proyecto de Amtrak, la red nacional interurbana de trenes de pasajeros estadounidense, que pretende construir un túnel que conecte Washington con Baltimore y Virginia y que tiene un presupuesto previsto de 8.000 millones de dólares.
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El diario The Washington Post calcula que Musk tiene 52 contratos en vigor con agencias gubernamentales que suman 11.800 millones de dólares a desembolsar en los próximos años. En contraste, el magnate invirtió el año pasado cerca de 300 millones en la campaña presidencial de Trump y de republicanos que competían en otras carreras electorales. Queda por ver cómo evolucionará la relación de las empresas de Elon Musk con el Gobierno de Estados Unidos una vez se ha consumado su ruptura con Donald Trump.
Se acabó el amor. A golpe de tuit y por la puerta de atrás, Elon Musk ha anunciado este jueves que deja su puesto en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) tras 130 días en el cargo y abandona la Administración Trump. De esta manera, el magnate tecnológico pone fin a una de las alianzas más estrambóticas de la política estadounidense en los últimos años. Una relación que permitió que el hombre más rico del mundo regara la campaña del presidente de Estados Unidos con una lluvia de millones de cara a las elecciones y que quedó retratada en escenas tan variopintas como las que se captaron cuando Elon Musk llevó a su hijo pequeño a hombros al Despacho Oval o Donald Trump posó con varios coches Tesla de la compañía de Musk en la puerta de la Casa Blanca para impulsar sus ventas.