
Son materias primas esenciales para varios sectores industriales y tecnológicos y se han convertido en moneda de cambio en las negociaciones comerciales y arancelarias. China decidió en abril poner límites a las exportaciones de las conocidas como tierras raras y eso ha provocado un terremoto entre las grandes compañías del sector automovilístico. Algunas, como la estadounidense Ford o la japonesa Suzuki, incluso han tenido que parar la producción de algunos modelos, aunque ahora hay cierto optimismo al ver que las negociaciones comerciales parecen encarriladas.
China es el principal productor de tierras raras del mundo –se calcula que puede controlar más del 90%– donde se engloban materias primas como el samario, gadolinio, terbio, disprosio, lutecio, escandio o itrio, entre otras. Hace semanas, después de que la Administración de Donald Trump anunciara una batería de aranceles, que en el caso chino ascendieron hasta el 145%, Pekín decidió poner freno a las exportaciones como medida de presión de cara a las negociaciones. En concreto, anunció que exigiría una licencia a los productores para vender fuera del país, lo que ha golpeado no sólo a la industria automovilística, también a la ligada a los componentes electrónicos y a la defensa.