
En el año de su debut, Kylian Mbappé está a punto de llevarse el Pichichi de la Liga y competirá hasta el último momento por ganar la Bota de Oro –el premio al máximo goleador europeo–, un premio de consolación dentro de una temporada que arrancó con dudas, en la que después cada vez se ha encontrado más cómodo y que finalizará con un escaso bagaje de títulos.
Una Supercopa de Europa y la Intercontinental suena a poco después de un verano en el que se juntaron el equipo campeón de Europa y el considerado por muchos como el mejor jugador del mundo. Las dudas iniciales –pocos goles, mal juego, adaptación complicada– llevaron a Mbappé al borde del colapso tras un penalti fallado en San Mamés, como el mismo reconoció, pero esas dudas fueron desapareciendo poco a poco y el delantero galo ha demostrado su calidad en los últimos meses… sin ser suficiente.
Marcó y tiró del carro en la eliminatoria ante el Manchester City, en la final de la Copa del Rey ante el Barça o ante los azulgranas en el último duelo liguero, pero no ha sido suficiente y el Real Madrid cierra la temporada, en espera del novedoso Mundial de clubes, sin grandes títulos.
Eso sí, por el camino a Mbappé se le han ‘caído’ los goles. El Pichichi parecía propiedad hace unas semanas de Robert Lewandowski, pero el delantero galo le ha ido comiendo el terreno hasta hacerlo suyo ya definitivamente salvo algo muy extraño: 29 tantos lleva el atacante madridista, por 25 el azulgrana.
Y sus numerosos goles le han metido de lleno en la carrera por la Bota de Oro, el galardón que reconoce al mejor goleador de Europa. Un total de 58 puntos suma el galo, por los 58,5 de Viktor Gyokeres, el único que le adelanta, algo que se explica porque los goles en las grandes ligas (España, Inglaterra, Alemania, Italia) puntúan multiplicando por dos, y en la de Portugal lo hacen por 1,5.
Así, si Mbappé marca un gol en la última jornada este domingo se convertirá –si Mo Salah no hace más de dos– en la Bota de Oro continental. Una reivindicación dentro de una temporada difícil… que todavía se puede arreglar en el Mundial de Clubes. El galo quiere ambos trofeos para otra carrera que sigue abierta y sin un dueño claro: la del Balón de Oro.