
Ni la desesperación de la población gazatí, ni las advertencias de Naciones Unidas, ni el trabajo de las organizaciones humanitarias han impedido que Israel y Estados Unidos pongan en marcha un sistema de reparto privado de ayuda humanitaria que apenas ha durado unas horas.
La Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), la entidad impulsada por Israel y Estados Unidos para distribuir ayuda humanitaria en la Franja, ha suspendido temporalmente sus operaciones. Según ha informado el diario israelí Haaretz, sus centros de reparto no abrirán este miércoles por la mañana, apenas un día después del caótico arranque del plan que dejó al menos un muertos y unos 50 heridos por disparos del Ejército israelí, según ha confirmado la Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Las cifras no están del todo claras ya que horas antes las autoridades gazatíes hablaban de tres fallecidos.
GHF es una organización respaldada por los gobiernos de Israel y EEUU que se apoya en compañías de seguridad privadas y excluye deliberadamente a la ONU, lo que ha sido calificado por las propias agencias humanitarias como una “militarización de la ayuda”.
Naciones Unidas ha descrito como “desgarradoras” las imágenes que muestran multitudes desesperadas intentando acceder a alimentos en centros de reparto improvisados en el sur de Gaza. En uno de ellos, en Rafah, se rompieron las vallas que rodeaban el recinto ante la presión de cientos de personas hambrientas.
Miembros del Ejército israelí abrieron fuego contra la multitud. Del medio centenar de heridos, al menos 42 presentan heridas de bala. Las fuerzas militares israelíes, por su parte, hablan de “disparos de advertencia” ante el descontrol, en una versión que no convence ni a testigos ni a organismos internacionales.
Trampas para los civiles
Desde el inicio de esta nueva operación, la ONU y numerosas ONG han rechazado participar. Consideran que el plan vulnera los principios fundamentales de la acción humanitaria —imparcialidad, neutralidad, independencia— y denuncian que los puntos de entrega están militarizados, con presencia de soldados israelíes y seguridad privada estadounidense. Las organizaciones también critican que estos espacios supuestamente “seguros” se convierten en trampas que ponen en peligro la vida de los civiles.
“El mecanismo israelí no busca garantizar la ayuda, sino reconfigurar políticamente el terreno”, denunció el grupo Hamás, mientras desde el Gobierno gazatí se acusa a Israel de perpetrar una “masacre” contra civiles exhaustos tras más de 20 meses de asedio. La violencia, aseguran, no es una excepción sino parte de un diseño sistemático para fragmentar la sociedad palestina.
Desde el lado israelí, la narrativa es opuesta. El Coordinador de Actividades Gubernamentales en los Territorios (COGAT), Ghassan Alian, acusa a la ONU de no cumplir con sus funciones y de “difundir información falsa”, mientras afirma que hay más de 400 camiones cargados con ayuda esperando a ser recogidos en el paso de Kerem Shalom. Naciones Unidas, sin embargo, responde que las demoras se deben a la ausencia de garantías de seguridad en una zona donde continúan los combates y los convoyes son constantemente interceptados.
No hay rutas seguras
En paralelo, organizaciones independientes como World Central Kitchen —fundada por el chef español José Andrés— siguen bloqueadas dentro del enclave. Aunque se les ha permitido introducir camiones, denuncian que no tienen rutas seguras para repartir la comida. “Estamos listos para volver a cocinar, pero necesitamos acceso”, han declarado desde la ONG, cuyos cocineros ya han sufrido ataques previos por parte del ejército israelí.
En este contexto, las críticas se multiplican. La comunidad internacional ha pedido que se recupere el control civil y humanitario del reparto de ayuda, bajo estándares internacionales y con la participación de actores con experiencia. El sistema paralelo impulsado por Israel y Estados Unidos, basado en seguridad privada, exclusión institucional y control militar, no solo está fracasando en su objetivo humanitario, sino que está provocando más violencia, más desesperación y un nuevo asedio sobre la población de Gaza.