
Donald Trump ya se estaba colgando la medalla de haber resuelto el conflicto entre Israel e Irán con un acuerdo de alto al fuego entre los dos países. Pero tuvo que retrasar su tan ansiado momento de posicionarse como el líder que pausó la guerra después de que se rompiera la tregua pocas horas después. La violación del pacto expuso la complejidad de las relaciones entre las dos fuerzas enfrentadas, y también abrió un nuevo capítulo de incertidumbre sobre el futuro del conflicto.
A pesar de que se ha evitado una escalada en las últimas horas, Tel Aviv afirmó este martes que su ataque fue una respuesta a una primera violación por parte de Teherán, pero el presidente estadounidense señaló específicamente al Gobierno de Benjamin Netanyahu en unas declaraciones en las que incluso llegó a ser grosero. “Israel, en cuanto hicimos el trato, salieron y lanzaron un montón de bombas, como nunca antes había visto”, dijo el republicano en una de las reprimendas contra Tel Aviv más contundentes por parte de un mandatario estadounidense. “No tienen ni puta idea de lo que están haciendo”, añadió sobre los ataques cruzados entre los dos países.
Para Estados Unidos, su ataque contra la infraestructura nuclear de Irán del pasado domingo cumplió con su principal objetivo militar. Para Tel Aviv, en cambio, su reciente ofensiva muestra que su guerra no se ha acercado a un final definitivo. Mientras tanto, Irán cuenta con un as en la manga sobre el que están puestos los ojos de Washington y Tel Aviv: 400 kilos de uranio enriquecido en paradero desconocido.
Después de que las bombas antibúnker de Estados Unidos impactaran sobre las principales instalaciones nucleares de Irán, Trump sostuvo que los centros de enriquecimiento habían sido “completa y totalmente destruidos”. Las imágenes satelitales mostraron los daños en Natanz y Fordo, mientras que Isfahán también fue alcanzado por misiles de crucero Tomahawk.
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Hasta que Washington realice una evaluación definitiva de los daños, una de las preguntas clave en este momento es si el programa nuclear de Teherán ha sido realmente destruido o si, como temen algunos analistas, solo ha sido traslado de Isfahán a otras instalaciones más pequeñas y más difíciles de encontrar. Funcionarios de inteligencia afirmaron la semana pasada que Teherán había empezado a trasladar una parte de su uranio ante las amenazas de Trump de emprender acciones militares. Esa parte correspondería a los 400 kilos enriquecidos al 60%, por debajo del 90% que se utiliza para las armas nucleares.
Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), declaró poco después a medios estadounidenses que el uranio había sido visto por última vez por sus equipos de inspectores una semana antes de que Israel atacara Irán el pasado 13 de junio. “Teherán no ha ocultado que ha protegido este material”, dijo a CNN.
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Antes del ataque de Washington a la capacidad nuclear iraní, se publicaron imágenes satelitales de los túneles que conducen a Fordo que mostraban 16 camiones de carga estacionados en la entrada de la instalación. Un análisis del Centro de Código Abierto de Londres citado por The New York Times sugirió que Irán podría haber estado preparando el lugar para una hipotética ofensiva.
El riesgo real del uranio ‘escondido’
Nadie sabe si algo salió de esas instalaciones ni dónde podría haber sido trasladado. Ni siquiera Estados Unidos. El propio Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos, dijo que “no se sabrá con certeza durante días” si Irán trasladó los 400 kilos de uranio a otra instalación. “Dudo que lo hayan movido, porque ahora mismo no se puede mover nada. En cuanto un camión empieza a circular por algún lugar, los israelíes lo ven, lo atacan y lo destruyen“, añadió en entrevista con CBS News.
Pero Sima Shine, experto en Irán del Mossad, la agencia de inteligencia israelí, dijo que estaba convencida de que Teherán lo había conseguido. “Tienen suficiente uranio enriquecido en algún lugar, y se llevaron algunas centrifugadoras avanzadas para poder desarrollar algún día un dispositivo nuclear. El programa no está completamente destruido, digan lo que digan los estadounidenses”, dijo a The Financial Times.
En la misma línea, un informe preliminar y clasificado de Estados Unidos publicado en medios internacionales arrojó que el bombardeo estadounidense afectó las entradas a dos de las instalaciones nucleares, pero no derrumbó sus edificios subterráneos. Los primeros resultados concluyen que los ataques del fin de semana retrasaron el programa nuclear de Irán solo unos pocos meses, según los funcionarios que tuvieron acceso al documento.
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Para entender el riesgo que supondría que Irán contase con esos 400 kilos de uranio, primero hay que explicar qué significa “enriquecer” este elemento. El uranio en bruto que se extrae del suelo no es útil para fines militares ni energéticos porque contiene muy poca proporción de un componente esencial: el isótopo uranio-235. Para que pueda utilizarse en un reactor nuclear o, más aún, en un arma, se realiza ese proceso de “enriquecimiento” con centrifugadoras: máquinas que giran a altísima velocidad y que, por diferencias mínimas de masa, separan los átomos más ligeros de uranio-235 de los más pesados de uranio-238.
El uranio en estado natural contiene un 0,7% del isótopo uranio-235. Para uso civil, como en las centrales nucleares, basta con enriquecerlo por debajo del 5%. Pero si se quiere fabricar una bomba, ese porcentaje debe aumentar hasta al menos un 90%. A ese nivel de pureza, el material se considera de “grado armamentístico” y puede utilizarse en un arma nuclear.
Aunque los 400 kilogramos enriquecidos al 60% con los que cuenta Irán siguen por debajo del umbral militar, se encuentra peligrosamente cerca, porque una vez alcanzado ese nivel, el trabajo técnico y el tiempo necesarios para llegar al 90% se reducen de forma drástica. Cuanto más alto es el grado de enriquecimiento, más fácil es dar el paso final.
La cantidad de uranio enriquecido almacenada contiene unos 240 kilos del isótopo fisionable U‑235, que es el componente esencial de un arma nuclear. Para una bomba de implosión tipo Little Boy —la que fue lanzada sobre Hiroshima— se necesitan entre 20 y 25 kilos de ese material, por lo que los expertos calculan que Teherán podría fabricar hasta diez bombas nucleares, si decidiera completar el proceso hasta el 90%.
Pero tener el material no es lo mismo que tener una bomba lista para usar. El paso final implica transformar ese material en metal, diseñar un dispositivo capaz de provocar una explosión controlada mediante implosión y ensamblar todos los componentes en una cabeza nuclear funcional. Se trata de un proceso técnico complejo que, según estimaciones occidentales, podría llevar entre varios meses y más de un año, incluso si el material fisible ya estuviera disponible.
¿Arma nuclear o supervivencia?
Y es aquí donde existen discrepancias importantes sobre cuánto habrán retrasado realmente los recientes ataques de Estados Unidos e Israel la capacidad nuclear iraní. Algunos analistas, como el israelí Ronen Solomon, consideran que los bombardeos han afectado elementos clave del programa y retrasado durante años el posible desarrollo de un arma.
“Aunque Irán conserve su material fisible, es como tener combustible sin coche”, explicó al Telegraph el analista de inteligencia. “Tienen el uranio, pero no pueden hacer mucho con él, a menos que hayan construido algo en secreto a pequeña escala”.
Otros expertos, en cambio, restan importancia al impacto estratégico. Jeffrey Lewis, especialista en no proliferación del Centro James Martin, argumentó que pese al éxito táctico de los bombardeos sobre Fordow y Natanz, no se tocó lo más crítico: las nuevas instalaciones subterráneas junto a Natanz, excavadas a más de 80 metros de profundidad, donde Irán podría estar fabricando centrifugadoras o incluso preparando actividades de enriquecimiento. “No hubo ningún esfuerzo por destruir esa enorme instalación“, escribió en X.
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Más allá del debate técnico, muchos expertos temen que estos ataques, lejos de frenar de forma decisiva el avance del programa nuclear iraní, reforzarán la idea dentro del régimen de que la bomba es la única garantía para su supervivencia.
Esa lógica no solo se expresa en los mensajes de figuras del régimen como Ali Shamkhani, que recordó que “los materiales enriquecidos, el conocimiento autóctono y la voluntad política persisten”, sino también en el discurso público. Según la empresa FilterLabs, que analiza redes sociales iraníes, en los días posteriores a los ataques creció la percepción de que Irán debería tener su propia bomba precisamente para evitar ser atacado. En palabras expresadas a la NBC por su director, Jonathan Teubner, lo que empieza a imponerse en sectores de la población es la conclusión de que “si tuviéramos un arma nuclear, esto no estaría ocurriendo”.